Triunfo de las libertades públicas

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Periodistas en la marcha por la libertad de expresión

Por Armando Cerrato

En términos abstractos nadie puede, por ningún medio humano conocido hasta ahora limitar o evitar la libre emisión del pensamiento, que usualmente se confunde con la libertad de informar y ser informado y la libertad de prensa.

Un sujeto puede ser emparedado pero su mente puede ubicarlo en libertad absoluta incluso en otro planeta porque su pensamiento es de su absoluto control.

Mientras que la libertad de informar y ser informado es sujeta primero de autocensura y de una evaluación subjetiva midiendo las consecuencias de darla a conocimiento interpersonal, grupal, multitudinario o masivo, para lo cual se hace necesario el uso de medios tecnológicos, electrónicos, impresos y digitales llamados medios masivos de comunicación social.

A pesar de las tres distinciones diferenciando las libertades, las mismas se concatenan y complementan para conformar lo que la academia define como periodismo, del cual existen tres géneros básicos: informativo, interpretativo y de opinión, sin olvidarse que los medios son empresas mercantiles creadas con fines de lucro para traficar con una mercancía llamada noticia y cuyo soporte económico es la publicidad captada con la necesidad de empresas de otros rubros por promocionar sus productos.

Desde sus inicios, el ejercicio periodístico convirtió los medios en vínculos o vehículos de intercambio informativo, interpretativo y generador de opinión pública entre el pueblo y el gobierno, despertando de tal forma una conciencia popular que al estar bien informada obtiene poder y obliga a los estamentos del Estado especialmente al gobierno como administrador de sus bienes a mejorar la convivencia social a través de la emisión de las leyes respectivas.

En ese contexto y comprendiendo el poder de la prensa algunos estados cuentan con sus propios medios para divulgar la verdad oficial y contrarrestar la especulación popular abundante en torno a situaciones que de no ser aclaradas oportunamente producen graves alteraciones en la opinión pública muy dada al debate y a la suposición por falta de información.

Algunos gobiernos despóticos utilizan la censura como medio de control de la libre emisión de información cuartando así la libertad de prensa y del pueblo a ser informado.

La censura se define como la exclusión de la corriente informativa del material considerado negativo a los intereses del censor.

En otros regímenes, muchos de ellos autodenominados democráticos la censura oficial como tal no existe pero se utilizan todos los canales de presión imaginable e inimaginables para mantener un cierto control sobre los medios privados obligando incluso a los más independientes a la autocensura por cuestiones elementales de supervivencia.

En Honduras solo durante la dictadura impuesta por el General Tiburcio Carías Andino funcionó un censor oficial, posteriormente se declaró la injuria, la calumnia y la difamación, como delitos contra el honor con sanciones penales para los autores de las mismas, y últimamente en un nuevo Código Penal previsto para entrar en vigencia en noviembre de este año, se contemplan sanciones para la fuente, el periodista que recoge y da la información, el medio en que se divulgue y para el propietario del mismo, con cárcel y una demanda pecuniaria impuesta no por un juez sino por el agraviado.

Como los periodistas hondureños estamos agrupados en varias organizaciones pero por ley la insigne es el benemérito Colegio de Periodistas de Honduras que se lanzó de frente y en largas negociaciones con la directiva del Congreso Nacional, ha logrado la promesa de su junta directiva y especialmente de su poderoso presidente Mauricio Oliva Herrera de eliminar todo el articulado referente a la sanción de delitos contra el honor del Ccódigo Penal vigente y del que está por entrar en vigencia, pasando su ámbito jurídico al Código Civil despenalizando así estas tres figuras muy comunes en el ámbito informativo mundial.

Está es la segunda conquista en beneficio del gremio periodístico obtenida por la tenaz lucha del Colegio de Periodistas que en su oportunidad logró la derogación de un artículo que condenaba la apología del terrorismo tomando como tal cualquier información que se refiriera a ese ámbito delictivo…bravo por el CPH, del cual creo yo seguir siendo su número 0002 como fundador, impulsor, organizador y uno de sus primeros directivos.

Licenciado en Periodismo

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