Fallece una leyenda del periodismo hondureño

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Tegucigalpa. La prensa nacional fue conmovida el pasado 12 de abril por el sensible fallecimiento del periodista de mil batallas Jonathan Roussel, de 80 años, de los que más de 50 los dedicó a ejercer la profesión de manera independiente en varios medios de comunicación.

El veterano Jonathan Roussel hizo periodismo en prensa escrita, radial y televisiva, además en oficinas de comunicación y relaciones públicas.

Fue galardonado en el 2013 con el Premio Nacional de Prensa «Álvaro Contreras», que otorga el Colegio de Periodistas de Honduras (CPH), y en su discurso de ocasión defendió con pasión la profesión y se dirigió a las nuevas generaciones diciéndoles que pese a todo «vale la pena ser periodista».

Nacido en la ciudad de Yoro, departamento del mismo nombre el 16 de agosto de 1937, la mayor parte de su vida la desarrolló en Tegucigalpa debido a su profesión, donde formó una familia y procreó cinco hijos, de los que dos de ellos estudiaron periodismo.

Devorador insaciable de libros, de pluma fina e intelecto agudo, Roussel siempre se distinguió por sus comentarios directos, mordaces si hacía falta, y la defensa de su gremio.

Siempre preocupado por la formación de las nuevas generaciones de periodistas, Roussel impulsó la iniciativa para crear la biblioteca del CPH, con la finalidad de crear bases firmes para la formación de los periodistas, especialmente de los más jóvenes.

El CPH inauguró el centro bibliotecario en el 2016 y en honor al veterano periodista la nombró «Jonathan Roussel».

Al referirse a las viejas y nuevas generaciones, Jonathan decía que «somos los mismos hondureñitos haciendo periodismo, con las mismas debilidades y las mismas cosas».

«Pero ahora hay ventajas, hay más de una academia, casi todas las universidades tienen escuela de periodismo. Además, la tecnología es espectacular, por consiguiente, los resultados tienen que ser mucho mejores que los de aquellos tiempos en televisión, en radio y en prensa escrita», decía el comunicador, también conocido en el gremio como JR.

En su opinión, la tecnología «ha ayudado mucho» al periodismo, «lo que hace falta es más estudio, más dedicación y talento, especialmente».

«Yo siempre quise ser periodista, desde niño hacía periódicos en la escuela, igual en el colegio, hacía acrósticos, porque era lo primero que ponían a hacer a los cipotes en aquel tiempo, poesía y otras cosas», recordó en una conversación de hace pocos años con un colega amigo.

Con su ilusión de ser periodista, después de estar tres años estudiando filosofía en Guatemala, se vino de San Pedro Sula a Tegucigalpa, donde su primer trabajo como reportero lo consiguió en 1957 en el Diario El Día, ya desaparecido.

«Por una casualidad espectacular, no es cuestión de bromas, llegué a curiosear a la sesión de la Asamblea Nacional Constituyente que estaba reunida en el Palacio Legislativo. Estaba sentado en el lugar del público, se acerca un señor y me dice ¿qué hace aquí?, estoy curioseando, mirando esta cosa, le dije», recordó JR.

Aquel señor, su futuro colega y amigo, era Donaldo Castillo, de quien Jonathan también evocó que le preguntó «¿y usted qué es?».

«Maestro le dije. ¿Y quiere ser periodista). Pues sí, ¿y qué hago?. Véngase conmigo», fueron las frases que el periodista Donaldo Castillo y Jonathan Roussel intercambiaron en aquella sesión en el Congreso Nacional.

Ese mismo día Donaldo Castillo llevó a Jonathan al periódico y horas más tarde aquel joven maestro de Yoro salía de El Día con su carné de periodista.

JR también fue el primer periodista de televisión en 1959, en la otrora Compañía Televisora, más tarde, en los años 60 fue conductor de un programa noticioso en Canal 11 y corresponsal de una agencia de prensa internacional.

Durante varios años tuvo su programa radial en Unión Radio, después en Radio Tegucigalpa, RCN Radio y otras emisoras de la capital, entre ellas Radio Cadena Voces, la más reciente.

Después llevó su espacio a la televisión con el programa «Punto de encuentro» al que más tarde le cambio de nombre: «Vidrio molido».

Jonathan también decía que «todos los días son anecdóticos en el periodismo», y que «quien no encuentre una cosa llamativa y diferente en el día a día, no está haciendo periodismo. Cada día hay cosas nuevas y diferentes que te llenan».

Su estilo de hacer periodismo siempre lo definió como «irreverente, absolutamente», lo que más de alguna vez le causó problemas, de los que señalaba que fueron «leves, no cosas trágicas, ni graves, ni nada por el estilo. Enojos, disgustos y rencores, pero eso se olvida».

Jonathan tenía un muy buen sentido del humor y era ingenioso, bromista, a veces hiriente en sus comentarios, y muy solidario, principalmente con sus amigos, incluso con gente que no conocía.

Detrás de esa cara de falso ogro que a veces aparentaba ante sus subalternos, había un niño adentro y un ser muy especial con quien siempre era muy grato dialogar.

Que la resignación sea el consuelo para su familia y amigos, y que la tierra abrace en el descanso eterno al periodista Jonathan Roussel. (Proceso Digital)

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